miércoles, 23 de febrero de 2011

MILENIO DIARIO

Tururú, tururú

Adiós a la Cajita feliz del Metro

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  • 2011-02-23•El Ángel Exterminador
Después de las 11 de la noche, un sector de la comunidad gay se juntaba en el último vagón del Metro a realizar una versión muy luminosa de un cuarto oscuro.
A ese vagón, que llamaron la Cajita feliz porque aquellos que la conocieron regresaban a su seno con la misma emoción de los niños que acuden por primera vez a un McDonald’s, ha desaparecido del menú de la comunidad gay.
Aquí, los testimonios de cuatro clientes frecuentes de la cola del tren por el happening, que según las autoridades, amenazaba los buenos modales que se respiran ahí:
Aquello a las 11 de la noche era una fiesta.Alguna vez un tipo me siguió hasta el vagón del fondo. Y sin siquiera presentarnos, nos sentamos uno frente al otro y sin mayor preámbulo jugamos a los espadazos. Luego de unos minutos, él interrumpió el juego, se levantó como si nada, ampliamente satisfecho, agarró camino y ni adiós dijo. ¡De eso se trataba! De algo muy furtivo y lúdico que sólo podía ocurrir por la noche en el Metro. ¿Qué le pasa a Marcelo Ebrard? Quiere una ciudad con putos pero decentes. Que se casen en los juzgados pero que no cojan ni se acaricien en el Metro. Ya acabaron con el cine Teresa, casi han militarizado la Alameda, los baños del Sanborns están más vigilados. No entiendo por qué Ebrard se molesta por ese sano ligoteo de irse tallando en el Metro.
Arturo Cárdenas •Pintor
En el Metro conocí a mi marido. Nos ligamos a simple vista como buenos homosexuales. Me acuerdo que durante dos o tres estaciones nos miramos, y fui yo quien se acercó. ¡Fue tan rápido! “¿Te conozco?”, le pregunté. Él sonrió y de inmediato cada uno se olvidó del sitio al que originalmente se dirigía. Comenzó entonces una relación de pareja que va para cinco años. En la Cajita feliz solía encontrar a mis comadres, a los viejos amigos que hacía tantos años no veía. Cerrar los últimos vagones es una decisión homofóbica.
Ya parece que por el número de mujeres que fueron embarazadas en el Metro, no van a permitir que ingresen chavas. ¿Y qué hay con los policías closeteros que cuidan los torniquetes y que también viajan en el último vagón? Es un asunto de elección y no de restringir espacios. Con menos vagones en servicio la gente va más apretada y se humedece más. Basta con subirse a uno de los vagones centrales en la estación Hidalgo, incluso a cualquier hora, para sentir cómo le crece el bulto a un desconocido que sonríe y se frota contra ti.
Martín Rodríguez •Chef
La verdad, y eso hay que decirlo, muchas veces en el último vagón no era nada más de dame una chupadita de dos minutos. Por momentos, eso se ponía muy heavy. Pero no le entrabas si no querías. Nadie te obligaba. Aunque a mí no me engañan esos curiosos, aparentemente bugas, que se erotizaban con mirar la experiencia a la distancia. Pero el asunto, desde luego, era la adrenalina, el anonimato, traspasar los límites que una autoridad y una sociedad imponen. Lo que me molesta es la hipocresía de un gobierno supuestamente de avanzada, como el de Marcelo Ebrard, que con una mano te soba, al permitir los matrimonios entre homosexuales, y con la otra te da la cachetada al poner fin a la Cajita feliz por el comportamiento de algunos homosexuales. ¿Pero sabes? El último vagón del Metro nunca estará cerrado. Porque entre más apretado vaya uno, pues más rico y placentero. ¿O no? 
Andrés Fernández •
Actor
Yo el sexo lo prefiero en la cama, aunque las fantasías sobre otros lugares están presentes, como la playa, un avión o el Metro. Y en el Metro lo más extremo comienza a las 10 u 11 de la noche. He visto sexo oral, masturbación, exhibicionismo, y una vez llegué a ver sexo anal en la línea que va de Barranca del Muerto al Rosario. Sin embargo, mi experiencia más importante no fue teniendo sexo sino conociendo a un chico y hablando con él. Se llama Enrique y es uno de los chavos más hermosos que he conocido, además de que es un talentoso instructor de baile. En la Ciudad de México por sólo tres pesos puedes conocer al amor de tu vida, o al menos, el placer de una noche. Pero ese mundo de adrenalina en movimiento está llegando a su fin, desde hace unas semanas he observado que a partir de las 10 de la noche hay un policía en el último vagón para evitar que la gente lo aborde.
Andoni Bello •Capitán de la Selección Mexicana de Futbol de la Diversidad, Tri Gay, AC
Óscar Jiménez Manríquez

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